Hablemos de cirrosis

La cirrosis no es una enfermedad solo relacionada al alcoholismo. Sepa más sobre la misma

Publicado en: 25 de junio de 2020  y atualizado en: 4 de noviembre de 2021
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La cirrosis es el proceso final de toda enfermedad crónica del hígado. Cuando este órgano sufre cualquier proceso inflamatorio (llamado hepatitis crónica), por un largo periodo de tiempo, se produce una sustitución de su tejido normal por fibrosis (cicatrices), cuya acumulación lleva a cirrosis. Esta se caracteriza por la alteración de la arquitectura normal del hígado por la presencia de nódulos que envuelven a las células hepáticas remanecentes¹. Las principales enfermedades que llevan a la cirrosis son: hepatitis B y C, exceso de alcohol y la enfermedad hepática grasosa (esteatosis hepática o grasa en el hígado, íntimamente asociada con la obesidad y el síndrome metabólico, con elevación del colesterol y triglicéridos, hipertensión arterial y diabetes melito). Al inicio, la cirrosis puede ocurrir solo con una alteración en la forma del órgano, que es más chico que lo habitual o con contornos irregulares, como si quede "áspero". Generalmente no presenta ningún síntoma. Con el avance de la enfermedad, el hígado empieza a no funcionar de forma adecuada¹.

Hipertensión portal

Una de las primeras alteraciones que ocurren en la cirrosis es la hipertensión portal (HP), causada por el aumento en la presión de la vena porta – vaso que drena toda la sangre proveniente de los intestinos al hígado. La HP puede llevar a la formación de várices en el esófago (venas dilatadas que pueden romperse y causar sangrado digestivo) y ascitis (acumulación de líquido en el interior del abdomen). Este proceso puede también comprometer otras funciones del hígado como la formación de proteínas, la neutralización de toxinas y la destrucción de bacterias provenientes de los intestinos. También se observa una reducción en la producción de albúmina (proteína importante para la retención de agua dentro de la corriente sanguínea) y factores de coagulación (importantes para evitar sangrado) además de complicaciones neurológicas (encefalopatía hepática) derivadas de la acción de toxinas no metabolizadas de forma adecuada por el hígado en el sistema nervioso central¹.

Como la cirrosis no tiene cura (ni puede ser revertida), la solución puede ser el trasplante de hígado¹.

La mejor estrategia, por lo tanto, es la prevención que se hace por medio del diagnóstico precoz de las enfermedades que causan inflamación crónica en el hígado, para que sean tratadas y no evolucionen a cirrosis¹. Por eso, para mantener al hígado saludable, evitando daños irreversibles para su función, es imprescindible²:

    • Evitar el consumo de alcohol;
    • Evitar la utilización medicamentos y anabolizantes sin prescripción médica;
    • Ingerir una dieta saludable;
    • Mantener el peso ideal, visto que el sobrepeso y la obesidad pueden poner una presión enorme sobre el hígado;
    • Practicar ejercicios físicos.



Fuentes: 1- Cirrose – Sociedade Brasileira de Hepatologia. Último acesso no dia 22 de junho de 2020. 2- Fígado – Ministério da Saúde. Último acesso em 22 de junho de 2020.

Este material es sólo para fines informativos. No debe ser utilizado para realizar el autodiagnóstico o la automedicación. En caso de duda, siempre consulte a su médico.
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