Uno de los factores que más complican a una persona para tener una noche bien dormida es el celular. Según un artículo de Harvard Medical School publicado en agosto de 2018, la luz azul de la pantalla del aparato acarrea un desajuste en el reloj biológico. Durante el día, las longitudes de onda de este tipo de iluminación pueden estimular la atención, el tiempo de respuesta y hasta el humor; no obstante, los efectos son dañinos a la noche¹. Esta luz azul disminuye los niveles de melatonina, hormona liberada por la glándula pineal que actúa directamente en los estándares de sueño¹. Con sueños desregulados, la liberación del GH, hormona del crecimiento, esencial para el desarrollo del cuerpo y liberado durante el sueño profundo, resulta comprometida².
Y ese factor es aún más perjudicial en niños y adolescentes. Además de la mala calidad del sueño, el uso excesivo del celular, de la computadora o de la TV, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede provocar, incluso, obesidad. Cerca de 40 millones de niños en todo el mundo – en torno del 6 % del total de niños y niñas – están por encima del peso³. También existen otros factores provocados por la falta de sueño a largo plazo, como una menor producción de la leptina (hormona de la saciedad), del cortisol (que ayuda a mantener estabilidad emocional, controla inflamaciones y alergias) y del TSH (estimulador de la tiroides)².
Especialistas recomiendan que los padres estén atentos en los hijos y recomiendan algunos cuidados:
- Mantener a los niños lejos del celular hasta dos horas antes de irse a la cama;
- Reducir la intensidad de la luz emitida;
- No dejar el aparato en la habitación, ya que la expectativa de recibir mensajes también dificulta el sueño.
Los problemas pueden agravarse con el tiempo
El insomnio es uno de los principales problemas que el niño puede desarrollar. Con estos ciclos de sueños distorsionados, donde se producen despertares durante la madrugada y levantarse más tarde, estas tienden a tener la inmunidad más baja, por ejemplo y, en cuadros más graves, desarrollar un desequilibrio hormonal, con cuadros futuros de enfermedad cardiovascular, ACV, depresión, entre otras².