Popularmente conocida como “andropausia”, esta condición afecta a los hombres después de los 50 a 55 años y se trata de las alteraciones en las funciones testiculares, cuando ocurre una disminución gradual de los niveles de testosterona¹. Esta disminución es de 1-2%, como promedio, por año, ya a partir de los 45 años. Es importante resaltar que la “andropausia” no debe ser llamada “menopausia masculina” aunque algunos síntomas sean semejantes a lo que sucede con las mujeres, pues la disminución hormonal no los afecta a ellos de la misma forma que la hormona femenina (estrógeno) en la mujer². Además de esto, ellos difieren en algunos aspectos, ya que esta condición no ocurre con todos los hombres que envejecen, no se manifiestan en una edad fija y los síntomas no son exclusivos³. Así, el término más adecuado es Deficiencia Androgénica del Envejecimiento Masculino (DAEM)².
No obstante, no todos los hombres perciben los bajos índices hormonales, lo que dificulta su diagnóstico¹, incluso cuando ocurren algunos síntomas. Los principales son³:
Disminución de la fuerza y de la masa muscular;
Disminución de la resistencia física (fatiga);
Aumento de la grasa (visceral);
Comprometimiento de la memoria y funciones cognitivas, depresión e irritabilidad;
Disminución de la libido;
Disminución del número de erecciones nocturnas/matinales;
Disfunción eréctil.
El diagnóstico generalmente es hecho por el médico urólogo, que evaluará los síntomas y solicitará algunos exámenes, entre ellos la dosificación sérica de testosterona baja. El tratamiento es realizado a través de una reposición de testosterona para corregir la deficiencia hormonal y aliviar los síntomas. Las formulaciones más utilizadas son las inyectables de corta y larga acción (Undecilato de Testosterona o asociación de ésteres de testosterona) y las transdérmicas, en forma de solución axilar y gel cutáneo³.